Reparo - Reseña

 Como espectadora sin conocimiento de la palabra “reparo” entre al cine rodeada de familiares. Muchos de nosotros conocemos Puerto Pirámides personalmente, hemos visto las ballenas y hemos conversado con lugareños místicos que nos han llenado la pancita de cositas ricas. Que lindo es poder ver todas estas cosas con la versatilidad de la cámara que tiene la posibilidad de captarlo como si estuviéramos en un sueño, observé mientras volaba a través de las escenas.


Luchita nos trajo a Buenos Aires un pedacito de Pirámides, nos trajo a la ciudad una brisa mojada de mar patagónico y nos recuerda el significado de la palabra “reparo”.


Pirámides es un pueblo chico, bien lo muestra la historia con el correr rápido de los rumores, sin embargo, entran corazones tan grandes como el de las ballenas. Esto es paradójicamente especial. Así como estos mamíferos, el personaje de Justina va en busca de la tranquilidad que el enorme océano de la ciudad no puede ofrecer. Pero se encuentra con sentimientos pesados y antiguos que hacen marejadas en su puerto. En momentos de tempestad es cuando uno se abre a la búsqueda de uno mismo, hacia la profundidad. Como una escena reveladora de la realidad, el encuentro con una ballena al bucear provoca en Justina una especie de admiración y humildad. Somos pequeños y el mundo nos queda grande y aun así, son pocos los lugares donde nos permitimos verdadera libertad. No elegimos a quien amar así como no elegimos aquello que nos mueve porque el corazón es impredecible, encontramos esas cosas en el camino que recorremos y moldeamos el sentido. Lo que sí podemos elegir son nuestros principios, nuestros guías, lo que recolectamos de las enseñanzas que nos marcan de por vida. Una de ellas puede ser la de nuestros padres puesto que todos somos hijos de esta tierra que nos nutre. Lo que sí podemos elegir es la materia prima por la cual nos construimos.





Lo magico es dar