Un impulso
Me dejé llevar por mi pulsión, a pesar de que mis entrañas se estrujaran tratando de impedir avanzar hacia adelante, a pesar de que mis pies quisieran clavarse en el suelo y resignarse a caminar. Lo hice, me dejé llevar por el instinto que venía de lo profundo de mi corazón. Contra todo pronóstico me elegí, elegí vivir, elegí intentar, elegí saltar. A pesar de que mis nervios me impidieran hablar porque cuando uno intenta caminar fuera de su zona de confort repentinamente pensamos que nos veríamos como tontos. Hoy caminé hacia lo desconocido, hacia un nuevo horizonte en donde yo existía por mi interior y no por lo que el exterior me proponía, como si tomara el control de una nave hacia la aventura del momento. Lo real es que muchas fueron las señales que me alentaron pero también fue increíblemente dura la lucha contra mi misma, había varias alertas en mi interior diciéndome que haría algo arriesgado, incluso se sintió físicamente por todo mi cuerpo. Se sentía mas pesado de lo normal, mas feo, mas tonto y con ganas de correr del peligro de una situación nueva que viene junto a una sensación nueva. Mi mente me tiraba atrás con pensamientos como: esta bien el camino que venimos haciendo, no cambiemos el curso, quizás nos aguarda chocarnos con una tormenta.
Tome el coraje, abandoné toda esperanza de que quizás algún día suceda o quizás no, me deshice del “quizás” y de lo que estaba fuera de mi. Fue como si una barrera se rompiera, como si mi mente se librara de mi cuerpo y mis ojos sirvieran de ventana para únicamente ver, mis piernas fueran cargadas de una fuerza llamada valentía. Hambrienta camine a absorber aquello que ahora son recuerdos de un conjunto de pequeñas luces que se desvanecen mientras que transcurre mi vibración corporal. Ya que no me recuerdo a mi en particular solo sé que hice mi mejor esfuerzo y una puerta se abrió, algo nuevo, desconocido. Me sentí una niña otra vez, aquella que está en mi interior jugando y tonteando, aquella niña que ante la duda siempre se anima a preguntar. Todo lo que estaba bien o mal simplemente desapareció, por un instante solo existía mi alrededor. Las personas tan ajenas como cercanas, dando comandos e interactuando con los objetos que nos provocan sensaciones que parecieran ser reales mas solo son objetos con interminables resignificados de significados que vienen de la propia memoria que alguna vez existió. Las palabras simplemente salieron, yo solo sabía que debía decir dos cosas y como alguien que se esconde detrás de las cortinas o de sus manos pero que ve a través, estaba siendo una espía de mi misma.
Y que dije, dije la verdad, mi verdad, lo que quería decir- y un par de cosas más. Lo que me guardaba o más bien aguardaba en mi como si una semilla ya hubiera sacado su primer raíz y solo necesita un poco de tierra para crecer y ser.
Entonces después, me sentí liviana, de a poco volví a sentir mi cuerpo, el calor se concentró en mis mejillas, me había ruborizado. Luego sentí mi sonrisa, una sonrisa que venía a felicitarme. Me sentí bien de haber logrado superarme, pasar a través de una yo que no se atrevió y conquistarme a mí misma en un instante. La adrenalina bajó y mi cuerpo era pesado pero mi interior era peso pluma, como si estuviera drogada con la más púrpuras de las indicas. Como si caminara por nubes de caramelo y sin la necesidad de hablar más de lo justo pude sentirme todo el resto del día en paz. Me encontraba en un equilibrio de sensaciones, como si un baldazo de agua fría me templara. Pensamientos surgian y así como surgian se iban, de repente todo estaba resuelto. Entre en una nueva sintonía, a una nueva sinfonía, a un nuevo estado mental.